Ya conocemos de los grandes deshielos ocasionados en los polos por el cambio climático. Por consiguiente se ha creado un espacio a partir de estos deshielos que aumentan la superficie navegable. Muchos científicos anuncian un deshielo total en el Ártico en 24 años. Por consiguiente son cada vez más las compañías que deciden hacer Turismo en el Polo Norte.
Turismo en el Polo Norte
Con los cambios y movimientos del hielo, en su mayoría provocados por el calentamiento global, han surgido nuevas rutas y nuevas intenciones de las agencias de viajes y turismo. Se agregan excursiones a la tundra, visitas a las aldeas nativas y también sobrevolar Groenlandia con vistas al océano cargado de ballenas, morsas, osos y por supuesto las divinas auroras boreales.
El aumento de los viajes turísticos a estas zonas podría venir cargado de consecuencias no muy amigables para el ecosistema. Sobre todo si sabemos que las visitas a estos lugares eran mayormente misiones científicas. La falta de regulaciones ambientales puede desencadenar en acciones dañinas para el patrimonio natural helado.
Los buques, supuestamente, toman algunas medidas de protección ambiental cuando hacen turismo en el Polo Norte, pero los impactos de la navegación marítima parecen inevitables. Derrames de petróleo, desechos y residuos que son lanzados al océano son alguno de los males que pueden causar contaminación. La cólera aviar y la muerte de focas y otros animales son algunos de los daños que ya se encuentran en estas costas.
Daños al ecosistema
Las navieras de cruceros no deben ocasionar daño o cambio alguno en el ecosistema; pero no se descartan irresponsables que tiren por la borda aguas residuales, desechos; o que posean un sistema de tratamiento anticuado y obsoleto. Cabe destacar que las excursiones pudieran ser reguladas para que el impacto con la localidad sea lo menos agresivo posible. Guías locales con cantidades rotativas de visitantes por ejemplo. Ayudas a los nativos con servicios médicos, construcciones y becas, serían otras de las sugerencias de las compañías turísticas.
Junto a estos aspectos ambientales puede alarmar el detalle de la seguridad. Los barcos y cruceros que logran realizar estas travesías pueden sufrir algún percance al no estar preparados para viajar por rutas tan complejas. La escasez de atención o infraestructura sanitaria haría más complicado un rescate en caso de un accidente. Y la lejanía con otros lugares aumenta el riesgo.
Para garantizar esta seguridad algunos cruceros viajan escoltados por rompehielos. Algunos de ellos equipados con alta tecnología de radares y sonares. Cabe mencionar además el personal de apoyo de especialistas y expertos en hielo que viajan con la tripulación. También se suma a las regulaciones, el Código Polar bajo la mirada de la Organización Marítima Internacional. Este código, en vigor desde enero de 2017, rige entre otros, el tema de la seguridad para los buques que hacen turismo en el Polo Norte.